Textos - Espacio y tiempo
Ha llegado el momento de Zarpar.
Los sucesivos huracanes hace tiempo que llegan en forma de tormentas tropicales, y el avance del reloj, imparable, oxida tu casco, deteriorando todos los mecanismos que un día funcionaron perfectamente sincronizados para cumplir su misión. Navegar.
Lejos quedaron ya las malditas palabras que nunca deseaste oír:
"Espacio y tiempo"
Palabras que grabaste a fuego en tu interior, fonemas que viajaron de tus oídos al núcleo de tu ser, derrumbando los pilares de esa existencia labrada de amor y complicidad, sonidos que ante tu sorpresa, provocaron dolor físico real y que balanceándote nerviosamente, con los brazos cruzados a la altura del esternón y el rostro empapado en lágrimas, tratabas de atenuar.
Es el momento de continuar tu camino, iniciar una nueva ruta, levar el ancla, atrapado desde hace tanto tiempo en esa roca que solo tu has idealizado en colosal, pero que no es más que un grano de arena entre otros millones más.
Despliega velas, coge el timón y adéntrate en los mares en busca de un Atolón para refugiarte cuando el temporal arrecie, una playa donde, al reconfortante calor de una gran hoguera de pasión, quemar las malas pasadas, cerrar las puertas abiertas y olvidar.
Tags Technorati: textos, relatos, naneltve
Los sucesivos huracanes hace tiempo que llegan en forma de tormentas tropicales, y el avance del reloj, imparable, oxida tu casco, deteriorando todos los mecanismos que un día funcionaron perfectamente sincronizados para cumplir su misión. Navegar.
Lejos quedaron ya las malditas palabras que nunca deseaste oír:
"Espacio y tiempo"
Palabras que grabaste a fuego en tu interior, fonemas que viajaron de tus oídos al núcleo de tu ser, derrumbando los pilares de esa existencia labrada de amor y complicidad, sonidos que ante tu sorpresa, provocaron dolor físico real y que balanceándote nerviosamente, con los brazos cruzados a la altura del esternón y el rostro empapado en lágrimas, tratabas de atenuar.
Es el momento de continuar tu camino, iniciar una nueva ruta, levar el ancla, atrapado desde hace tanto tiempo en esa roca que solo tu has idealizado en colosal, pero que no es más que un grano de arena entre otros millones más.
Despliega velas, coge el timón y adéntrate en los mares en busca de un Atolón para refugiarte cuando el temporal arrecie, una playa donde, al reconfortante calor de una gran hoguera de pasión, quemar las malas pasadas, cerrar las puertas abiertas y olvidar.
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