viernes, 16 de noviembre de 2007

Naneladas- Sexo laboral- Relato erótico

Siempre he creído que medir 1.82 m, tener los ojos verdes color esmeralda y unos pechos duros y bien puestos solo me traería complicaciones a la hora de encontrar trabajo...... si, no me malinterpretéis, a lo mejor es más fácil que te contraten jefes babosos que lo que quieren es follarte, pero, que me decís de encontrar un curro donde valoren tu formación y capacitación profesional?

Si las rubias son tontas!!!!!

Así que cuando recibí aquel e-mail en mi VAIO me dije a mi misma .- Otro de esos trabajos de telemárketing lejos de casa y por 600 € al mes, ni loca!!.- pero pensando en las telarañas de mi nevera y rememorando los regates que tengo que hacer a la portera del edificio cada vez que se acercan los primeros días de mes, decidí calmar un poco mi autoestima y acudir a la entrevista.

Camisa ajustada con dos botones desabrochados mostrando mi generoso escote, falda por debajo de la rodilla, ¿labios?

- Rojo pasión, que coño!!

Chaquetita de Lady, botas de bésame la punta y baño de perfume por si al final me toca un entrevistador baboso.

- Espere un monento, por favor, ¿tenía usted cita con Don Aurelio, verdad?

- Exacto respondí.

Don Aurelio.....- pensé.-, creo que acerté con lo de baboso....

- Hay un pequeño problema señorita, Don Aurelio no ha podido venir hoy, ha llamado que está enfermo, no obstante si no le importa esperar un momento, se entrevistará con usted nuestro Gerente.

- Claro, no hay problema, espero por aquí.

Un momento se convirtió en dos largas horas, ya no sabía que hacer ni a donde mirar y encima la secretaria que parecía sacada de un convento de monjas de clausura, con el pelo blanco, un gran crucifijo colgado del pecho y una mirada incriminatoria de superioridad me hacía la espera más difícil.

- Puede Ud. pasar.

Por fin!!- pensé mientras me dirigía al umbral del despacho.

- Buenos días señorita.

Levanté la cabeza y descubrí con agrado que aquella voz provenía de una mujer. Por fin tendría oportunidad de demostrar que soy válida para un puesto de responsabilidad, además ella era elegante, guapa, sexy, comedida y exagerada a la vez, de unos 45 años en fin........ una SEÑORA.

Tanto es así que desde ese momento me volví insegura y muy por debajo de aquella gran Dama que me intimidaba.

- Pasa, pasa, no te quedes ahí. ¿Has traído tu curriculum?..... Veamos ..... parece que cumples los requisitos para el puesto a nivel académico, pero la experiencia no es precisamente la que estoy buscando. El puesto es de director comercial y busco a gente dispuesta a comerse el mundo. ¿Es ese tu perfil?

- Soy capaz de vender cualquier producto, tengo muy trabajadas las técnicas de telemárketing y el trato directo con el cliente. Tengo disponibilidad total para viajar. ¿Que tendría que vender?

- Las preguntas las hago yo.- me espetó.- cada cosa a su tiempo. Veo que tienes buenas armas de venta. - dijo mientras me miraba las tetas.- buen culo, bonita cara, piernas largas.... quizás puliéndote un poco pueda hacer carrera de ti, vamos a ver como te desenvuelves.- y dándome un frasco de perfume de su escritorio dijo.- este es el producto, perfume para hombres, supón que soy un hombre y véndemelo!!!.

Era la hora de la verdad, aunque si se trata de hombres, soy una experta desde pequeña en que hagan mi voluntad, pero .... ella es una mujer.

- Está bien.... .-me atusé un poco el pelo y comencé mi interpretación haciendo todo aquello que haría si estuviera delante de un hombre, de eso se trataba ¿no?

- Te presento.- tutear al cliente siempre ayuda a eliminar barreras.- el nuevo perfume que nuestra prestigiosa marca Doir a sacado como novedad para estas navidades, su nombre es Atraction, es fresco, viene con vaporizador de regalo, tiene un precio de escándalo y te garantizo que cuando te lo pongas no habrá chica que se resista a tus encantos.

- Quiero probarlo.- dijo ella adoptando un tono de voz masculino a la vez que cambiaba su femenina pose y se sentaba encima de la mesa con las piernas abiertas como haría cualquier hombre, lo que hizo que se dejaran entrever sus medias negras que acababan allí donde empezaba el liguero que las sostenía.

Me acerqué dubitativa muy cerca de ella, tanto que si cerrara sus piernas me atraparía entre ellas, pero era mi oportunidad de demostrar lo que valía y no la iba a dejar escapar. Apreté el vaporizador y miles de gotitas de perfume fueron a parar a su cuello floreciendo en aquel instante un intenso olor muy masculino, algo afrutado y que te llegaba desde las fosas nasales directo al corazón.

- UMMMM! .- gimió ella.- huele genial, pero de ahí a que me convierta en irresistible para las mujeres...

Era mi momento, detecté enseguida que quería probarme y ver como me desenvolvía en una situación adversa.

- Pues a mi ya me está haciendo efecto .- le dije mientras acercaba mi cara a la suya hasta casi rozarla y mi cintura se encontraba con su coño.

- Lo dices para vendérmelo, pero no creo que un perfume pueda excitar a nadie.- susurro con una extraña sonrisa.

A estas alturas y debido en parte al propio perfume, en parte a la situación, notaba el calor de la pasíon en la entrepierna y mis pezones parecían querer irse de mis tetas.

- En serio .- dije yo en el mismo tono.- ahora mismo me pondría encima tuyo y.....

No había acabado la frase cuando sentí como su lengua navegaba por mi boca buscando la mía, y no se porqué la situación me encantaba. Me desabrochó la camisa y actuando exactamente igual que tantos hombres habían hecho antes, comenzó a sobarme por encima del sujetador. La excitación era tal y la sensación tan gratificante que me puse de rodillas y apartando su tanguita negro empecé a lamer su coño mientras ella jadeaba como una perra en celo de puro placer.

- Sigue así, puta! ¡te voy a comprar todos los perfumes que lleves!.- gritaba mientras con sus manos apretaba mi cabeza.


Nunca olvidaré aquel despacho, la silla donde me sentó y me introdujo todos aquellos objetos con tanta pasión, los personajes de los cuadros convertidos en silenciosos voyeurs de nuestro pequeño pecado, el flexo que iluminaba sus perfectos pechos, brillantes por mi saliva, como actores iluminados por el cañón de luz del teatro, la mesa, improvisada cama nupcial de dos efímeros enamorados, la foto enmarcada de sus hijos, testigos mudos que, con el peso del símbolo a la espalda, nos observaban sin mirar.

Nunca olvidaré el sabor de su sexo, fuerte, ácido, adictivo, ni su gesto de placer mientras tenía un orgasmo tras otro.

No olvidaré el suave tacto de su piel, ni la delicadeza con que trataba mi clítoris, como nunca antes ningún hombre había hecho, pero sobre todo siempre recordaré aquella sensación de morbo por el placer prohibido, que me trasladaba a esos años de mi juventud en los que todo lo prohibido era lo que más me gustaba.

Esa noche volví a mi casa, para variar, sin trabajo y sin que nadie hubiera valorado mi capacidad profesional, pero ya en la cama y después de masturbarme varias veces recordando lo sucedido, dormí como hacía años que no lo hacía, como aquellos años de mi juventud en los que todo lo prohibido era lo que más me gustaba.

Fin.

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